En esta etapa los trazos suelen ser más largos, y aunque aún toman una dirección impredecible, los realizan con entusiasmo y se esmeran por llenar toda la hoja. Aparecen reiteraciones de trazos circulares, líneas cortadas, puntos, etc. con centros de intersección.
Al placer de realizar movimientos que le resultan agradables se suma ahora la satisfacción de que empieza a dirigir su mano. En esta etapa de garabatos controlados, que abarca hasta aproximadamente los tres años de edad, se inicia la verdadera integración visual y motriz, la cual se completa al llegar a las primeras etapas de la adolescencia.
A diferencia de la etapa anterior, ahora sí hay una intensión representativa. Intenta reproducir un pensamiento o algo que ha visto, aunque un adulto no puede reconocer lo que ha representado. A veces anuncia lo que va a dibujar y otras cambia de idea sobre la marcha.
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